Salerno, un pie en Europa
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No había nadie en las calles cuando Clark y Ridgway entraron en Nápoles. Pero Clark advirtió pronto los ojos que le atisbaban detrás de los postigos. “Tenía la sensación de que me contemplaban millones de personas, aunque apenas vislumbré un civil en todo el viaje. Era una sensación fantástica. Sentí que conducía por la calles de una ciudad fantasma”
Historia del siglo de la violencia
Batallas nº 13